Desde que me enseñaron a leer los capullos del programa de reinserción social (los mismo que meten por el buen camino a los niñatillos de Operación Triunfo), estoy encantado de haberme conocido... Como el día aquél que puse un espejo en mi casa.
Es que hay una noticia de esas buenas de partirse el escroto que quiero compartir con todos vosotros, que me siento generoso, coño.
"Cantaron su número en el sorteo del Gordo pero no tenía premio", ahí queda eso. Pa habernos matao, vamos.
Me imagino ahí al pavo en su casa, con tó las legañas pegadas a la cara y el hilillo de baba aún recolgando recién levantado y la cimbrel a punto... Sí, esas cosas nos pasan a todos cada mañana, no sé de qué cojones os extrañáis a estas alturas de la película, copón. Va al baño, mea, se deja los goterones alrededor de la taza del vater para que su mujer se sienta útil limpiándolos después, sale rascándose el ojete como todo buen señor, se sienta en el sillón con los pelacos esos de no peinarse en cuatro meses, coge el bol de crispies con leche, enciende la televisión y... "¡Hostias, ya han salido los dos terceros premios! ¡Copón y también el Gordo, vaya número feo de cojones! ¡Bah, y para colmo ya han cantado casi todos los quintos premios y algunos cuartos!
¡Espera! ¿Y eso? ¡Cangontó! ¿Qué ha dicho, qué ha dicho, eh? ¿27.000? ¿Ha dicho 27.000? ¡¡Hosssstiaputaquecojonudo que soy rico!! ¡Una pedrea de 100 euracos el décimo y toda para mí, con dos huevos!"
Coje el tío y se pone todo guapo con su chandal del Carrefour de 2x1, se peina a lo lamío vaca con la raya pal lao todo repegao (pero sin gomina, la propia grasilla del pelo ya lo sustenta) y se planta en la administración de lotería a cobrarlo.
"Que vengo a por mis cienes de euros, oiga señora" y la otra "deme el billete o no hay tu tía" y el otro "ahí lo llevas, charles moyer, el 27.000"; "¿27.000? 27.000 guantás soplamoqueras te voy a meter yo con la mano vuelta con tanta tontería... ¡que esto no tié premio!"; y el tío, "Que sí, que lo he visto yo en la tele y lo he escuchao en la arradio"; y la tía "Que te digo yo que no, que no está en las listas oficiales... ¡aquí quién manda! ¿Aquí-quién-manda?".
Que resulta que la niñata que cantaba los números lo leyó mal y metió la pata hasta el fondo la zanja... ¡Muaaaaaaajajajajajajaja! ¡Cojonudo! ¡Eso sí que son unos buenos Santos Inocentes!
Tenían que haber multado a los padres por tener una niña tan inepta.
Moraleja del cuento de navidad, queridos: Los niños de San Ildefonso son unos paletos que no saben ni leer números en bolas de madera (te jodes, Pinocho, te quedaste sin fantasía sexual).
Esto no pasaba con Zapatero, ya os lo digo yo...
PANOCHO THE CLOWN
No hay comentarios:
Publicar un comentario