miércoles, 2 de mayo de 2012

A preñar que son dos días

¡Maldita gente que se embaraza! ¿Pero qué cojones hacéis, pedazo de inconscientes mentales, no véis que eso es perjudicial para la salud?

No, coño, no me refiero a los dolores de espalda, problemas de circulación y tobillos hinchados de ella, me refiero a los dolores de cabeza, problemas de "la otra circulación" y huevos hinchados de él que, si ya es difícil aguantar a una tía en estado normal (y sobrio), ¡lo que es la rehostia es tener que aguantarla preñada!

Para empezar, el cambio hormonal es para cagarse las patas abajo, os lo dice un experto en el tema y padre de dos retoños.

La pava puede estar felizmente ahí cogiendo kilos a esportones que parece que está en un concurso de a ver si revienta de gorda para, acto seguido, encabronarse como la que más porque los bombones que le has ido a comprar a las 4:34 de la mañana son de un 36% chocolate con leche y ella los quería de un 38,2%.

Y eso no es lo peor. Los primeros meses te la suda porque, como eres un payaso con un penaco de dimensiones desconocidas en el universo, todavía puedes poner a la parienta a 20 uñas y jugar al teto. Luego, cuando ya empieza a echar un bombo que en dos semanas le vas a poder poner encima un vaso de cubata y una tapa de aceitunas apoyados, como te ponen tan cachondón las posturitas que te tenían que llamar del Kamasutra para pedirte ideas nuevas, te la trae un poco al pairo y sigues ahí rellenandola noche sí, noche no. Pero cuando ya te llega de una revisión del ginecólogo de las narices y te suelta aquello de "a partir de ahora no podemos hacer nada hasta un mes después de que nazca"... Por ahí ya sí que no pasas, colega.

-Pero, cachorra... ¿Ni por la puerta de atrás?
-No.

-¿Y un lavado bucal de vez en cuando?
-Reposo absoluto.

-¿Me invitas a un cinco contra uno, por lo menos?
-No.

¡Joder! Que se te hincha la vena del cuello y la que no es del cuello (¿lo explico o adjunto fotografía de lo que tenía anoche entre manos?).


Y entre los nuestros, todavía pero cuando lo hacen "los otros"... Cuando vas tranquilamente por la calle paseando y mirando las tetacas de las tías con las que te cruzas, esas que se van haciendo las locas y con cualquier excusa se te arriman para que les babees sus senos turgentes sedientos de carne payasil, cuando vas a tu jodido rollo borracho de felicidad (bueno, vale, borracho y punto) a las 16:oo de la tarde y te cruzas con una de "los otros" con esa panza reventona... ¡Eso no, coño, eso no se hace!

Que se nos hayan colado tantos de fuera es algo que ya no tiene solución pero que, encima, los panchitos y chinorris vengan aquí a parir y asegurarse así un puesto en nuestro maravilloso y complaciente país sin crisis... da miedito de cagarse las patas p´abajo.

¿Os sentaría bien que nosotros emigrásemos a vuestros paises subdesarrollados y nos pusiéramos ahí como conejos dale que te pego todo el día a reproducirnos, eh? Coño, lo sé, no os quejaríais, a fin de cuentas estaríamos haciendo lo que Colón en su día y os reconquistaríamos con nuestra rica cultura y modo de vida, que falta os hace.

De todas formas, volviendo al tema, ¿desde cuando un hombre hecho y de "derecho" tiene que cambiar pañales? ¡para eso ya os creó Dios a vosotras! Y, si no, ya me diréis qué sería de esta vida. Los hombres no podríamos hacer esas cosas tan importantes de machoman que aportamos a la sociedad.

Se jodería todo empezando por el fútbol, que no habría machorros eructando mientras lo ven en el sofá de casa, y terminando por el porno duro y sus "almejitas" juguetonas. Los agujeros y atributos femeninos (hoy estoy culto de nuevo, sí) son para meter cosas, no para sacar por ellos. Como mucho, la gracia está en el "mete-saca" y para de contar.

Yo sé por qué lo hacéis, por la mierdaca esa del "nosotras parimos, nosotras decidimos"... ¡como si no lo hubiérais hecho siempre! A ver, que levante la mano el primer valiente que ha decidido algo por encima de su mujer. A mí, por lo menos, nunca me ha tocado la suerte y siempre ha decidio ella. Siempre ha decidido cuando me la chupaba, cuando íbamos a casa de su madre a comer y, lo que es peor, ¡cuándo venía ella a comer a la nuestra con maleta para dos semanas incluída!

Porque, claro, si sólo nos queréis para eso y como dijo un amigo mío antes de hacerse la vasectomía en su trabucazo: Si sabes contar... ¡No cuentes conmigo!


PANOCHO THE CLOWN

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