jueves, 28 de julio de 2011

Tócamela otra vez, Sam

¡Que te metas la bocinita por el puñetero agujero del culo, hostias ya!

Cuarenta minutos de reloj, cuarenta minutos me lleva el tío mamón debajo de la ventana de casa tocando el claxon sin parar, que ya no sé si lo está haciendo a posta o he tenido la mala suerte de que la haya palmado y haya caído a plomo sobre el maldito volante, con el cabezonaco ahí aplastando el pito.

La polla, qué coño el pito, ¡lo que me está tocando es la polla!

Si ahora no puedes sacar el coche, pues te jodes, y no haberlo dejado en doble fila en un barrio en el que se llega a aparcar hasta en triple fila y unos coches amontonados encima de otros con tal de ponerlo cerca de casa.


Si es que la gente no rige. Van todos apollardaos con el calor este infernal que tenemos ahora y no les llega la sangre a la neurona. Entre el calor de la calle y los calentones de las guiris con sus escotazos y sus minifaldas, lo normal es eso, que no llegue la sangre más arriba de la cintura.

Virgen santa. Y miran que van cocidas las pavas, que parecen el langostino ese que sale en la tele por navidad hablando en argentino… el Rodolfo o no sé qué cojones. Que, a la que te descuides, le estás arrancando la cabeza y comiéndote el cuerpo, como a las cigalas con las que te atragantas en Nochevieja.

Esa sí que es la mujer perfecta, no ves tú. Unos buenos melonacos en los que poder rebozarte la cabeza hasta ahogarte; un trasero duro, duro y respingoncete en donde puedes apoyar un vaso de cubata de esos gordos que se llevan ahora (que quién dice un vaso, dice un nardaco como la copa de un pino); unas piernas largas de cojones, de esas que cuando terminas de mirarlas tienes que volver a empezar porque ya se te ha olvidado cómo empezaban; unos labios rechonchitos que puedan chuparla durante un par de semanas seguidas… Y nada más.

Que con los labios sólo haga lo que mejor sabe hacer. Lo de hablar ya se lo dejó dios a los hombres, porque es sabio, como ellos. Donde esté una conversación de dos machos alfa, con su copa de coñac y su puro habano, mientras se cuentan los apodos que les ponen a las prostitutas con las que han copulado el último mes, que se quite el resto.

Joder, es que no me digáis, ¿qué interés puede tener el escuchar a dos pivas de quince años hablar del nuevo videoclip de la jodida Lady Guarra? ¿Y a dos hembras de 30, que ya están entrando en el tiempo de descuento y se les pasa el arroz, hablando del bolso del Zara que van a llevar en la despedida de soltera de la última amiga que les queda sin desposar (la última sin contarse ella, no te jode)? Y ya ni digamos una de 50 tacazos… Que te llega ahí a casa contándote sus mierdas del curro y su jefe que le explota por un mísero sueldo de 800 napos con sólo 4 minutos para el bocadillo… ¿pero desde cuando ha necesitado esta mujer más de 4 minutos al día para que un hombre la haga feliz?

Y sigue con el pitito, y sigue… ¡La madre que parió al puñetero mascachapas del coche y el padre que lo engendró! ¡Como baje te voy a meter el tubo de escape tan adentro del culo que te va a heder el aliento por el resto de tus jodidos días de existencia!

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